Viajeros con cama

martes, 13 de diciembre de 2011

Falsa impresión de cambio

En un siglo distinto se encontraba en el poder el clásico líder absolutista. Con sus clásicas quemas de libros, sus palacetes para torturas y sus cinco periódicos que contaban todos lo mismo. La gente se hartó de no poder abrir la boca y hubo una revolución. El más avispado de los revolucionarios se adjudicó la corona recién arrancada.   
El nuevo líder revolucionario fue borrando las huellas del mandatario caído. Hubo quemas de libros partidarios del absolutismo. Se torturó a todo aquel que criticara a la revolución. Los cinco periódicos siguieron contando lo mismo, pero ahora tenían la palabra revolución en la cabecera. Y todos decían con grandes vocablos de la época que aquél era un gobierno mucho más democrático que el anterior, mucho más libre, mucho más moderno, y que dónde iba a parar.
A la gente le costó darse cuenta del chanchullo. Ante el esfuerzo descomunal del mandamás revolucionario por limpiar el rastro del líder caído, todos pensaban que lo que intentaba era barrer la pasada existencia de otro signo político opuesto al suyo. Era una falsa sensación de cambio de ideología: la verdad es que, si uno se fijaba, ambos líderes quemaban libros, utilizaban la tortura y controlaban la información exactamente de la misma manera.
Los propagandistas revolucionarios desmentían aquello: ¡había cruciales diferencias entre ambos regímenes! Por ejemplo, mientras que durante el absolutismo se empalaba a los editores de periódicos críticos, en el nuevo gobierno sólo se les ahorcaba. El líder caído organizaba las quemas de periódicos cada semana; el actual, de forma mensual. Mucho más democrático el segundo, ¡dónde iba a parar! Y así, con la repetición machacona de estas anecdotitas superficiales, los desdichados ciudadanos, confusos, acababan aceptando un gobierno apoyado en la falsa impresión de cambio y ni percibían ni protestaban por el engaño.
(Del mismo modo, o parecido, ocurre hoy. Hay panfleteros que se empeñan en buscar las pequeñas diferencias entre grandes partidos. El matrimonio homosexual; la ley de igualdad. Etc. Minucias, nada más, que sólo llevan a perpetuarse entre gobiernos similares este espejismo de diferencia, que complica y hace más difícil ver bien claras las cosas.)

2 comentarios:

  1. Fabulosa metáfora. asì es la cosa. nos venden los grandes partidos como opuestos, y nanai. Todo es lo mismo, lo mismos intereses.
    muy buen artículo!

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  2. No hay elección, sirven los mismos intereses que a la gente corriente nos perjudican.
    La politica, la "demogracia" y todo el montanje pergeniado se les esta empezando a caer, solo nos falta empujarlo un poco más.

    Cuan fatal hacen textos, opiniones como estas...

    Saludos almendrados ;)

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