Hay reptiles en los desiertos helados que, a la vista de otra noche ártica, renuncian a la dignidad pleistocena achacada a ellos por los historiadores –y del todo desconocida por ellos mismos- y se entierran bajo la arena, a la espera cobarde de la calma.
Hay un árbol que, ofendidísimo por la falta de lluvia, dio paraguas.
Hay criaturas terriblemente desgraciadas que nunca conocerán la nieve, y que la inventan en sueños desérticos, y que, en la agonía de la sed, escarban, regurgitan, muerden la niebla, persiguen el rocío en el firmamento, y acaban, para tragedia, especializándose en la ruptura corazones con vistas a alimentarse en silencio de lágrimas ajenas.
Hay lugares donde la ausencia del sol crea una marca, que ya nunca se borra, que permanece en el corazón de la gente.
Hay lugares en los que un segundo de luz solar hace que se mantenga despierta la esperanza necesaria para soportar las tinieblas que juegan a ser eternas.
ResponderEliminarExelente texto y blog, sin duda... lo seguiré, porque promete. Salud