Viajeros con cama

miércoles, 22 de junio de 2011

Léxico

Nos hablaron de un fenómeno peculiar, en el que las palabras hacían a las realidades y las realidades hacían a las palabras, y en ese hacerse mutuo no se sabía bien quién era el objeto y quién el sujeto. Así sucedía siempre, allá donde el hombre hubiera decidido poner idioma sobre las cosas para someterlas, para poseerlas indefinidamente.
Un escueto idioma que sólo concedía una palabra para arena y para fango llevó al caos y la frustración el día que sus parlantes quisieron desarrollar la alfarería. 

Los hablantes de la lengua que no tenía verbos en futuro nunca inventaron los anticonceptivos, y asociaron los hábitos de predicción de tormentas con la brujería.
Aquellos hombres primarios que vivían en un estrecho monte tenían el río al sur y la nieve al norte. Cuando se dañaban un pie, decían que les dolía el río. Cuando se golpeaban la cabeza, decían que la nieve les dolía. El deshielo no aniquiló la tradición (pero la volvió arcaica).
En épocas desorientadas los guardianes del bautismo seguían siendo los mismos idiomas que dividen las notas musicales, que humanizan los mares, que difieren con rotundidad del sexo de la luna.

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