Viajeros con cama

lunes, 27 de septiembre de 2010

Oda al capitalismo

Un buen día, alguien nos regaló un pedazo de tierra para habitarla y recorrerla. Más tarde, ellos la llenaron de aduanas.
En un principio, teníamos un árbol que daba alimento para repartir. Después ellos le pusieron cercos, alambres, carteles de prohibición, marca, logo, apellidos de los dueños y una relación de precios de todos sus productos.
En el principio de los tiempos, aquellos que lo deseábamos cambiábamos de hogar con libertad, como multitudes nómadas, aprendiendo de otras gentes y otros lugares. Pero a ellos les molestó nuestro excesivo movimiento sin control. Inventaron la xenofobia.
Primero, existía un gran tablón donde cada uno escribía su opinión y sus pensamientos para que todos los conocieran. Después ellos se lo adueñaron, cobraron por palabra, injertaron publicidad, censuraron ideas inapropiadas y quemaron todo tablón autónomo.
Antes, uno nacía, y eso era todo. Ahora, cada palmo de suelo tiene uno u otro nombre, y dependiendo de su puntería el neonato obtiene una nación, un gentilicio, e información completa sobre a quién debe obedecer -y, por el mismo precio, a quién debe odiar-.
Al inicio, cada persona era el mayor exponente de una cultura distinta. Más tarde, ellos unificaron las tradiciones para evitar una excesiva memorización de peculiaridades.
Antes, si el líder se corrompía, bastaba con matarlo o expulsarlo. Ahora el líder no es humano: está repartido en las moles inamovibles de grandes multinacionales, corporaciones, empresas informativas, gobiernos... donde sólo asoman cabezas de turco. Al ser arrancada una, surgen veinte en su lugar.
Al principio, todos éramos inconformes. Pero llegaron ellos, y encendieron una televisión ante nuestras narices.

1 comentario: