Viajeros con cama

lunes, 16 de abril de 2012

Escultura para ciegos

Durante la guerra, el escultor tuvo que cambiar su modus operandi y usar los materiales más fáciles de encontrar. Sus obras abandonaron los mármoles y fundiciones para volverse madera, en la metamorfosis de la subsistencia.
Un día fue un joven aventurero y agitanado que nunca quiso influencias, y aún seguía en busca de la forma pura. En la intrincada cabeza de un artista abstracto, la hendidura en un huevo se convertía en un pubis o un grito. Poseía un estudio luminoso repleto de torsos, pájaros, peces, columnas sin fin. Era un tiempo distinto, en el que el artista ya no imitaba a los maestros, como en las épocas clásicas, sino que huía de ellos.
Años después, en un episodio memorable mientras el escultor viajaba en tren, un aduanero le intentaría obligar a pagar unas tasas porque confundiría su obra con un trozo de hierro. Él se opondría a pagar ese precio ridículo y, a cambio, se gastaría millones en traer a testigos de museos para demostrar que aquel trozo de hierro era arte. 

Obra de Constantin Brâncuși (y foto de Nina Leen)

2 comentarios:

  1. Cuando el arte no se ve es por ke no se siente... el problema quiza sea de quien mira sin ver.

    Genial.

    Besos almendrados ;)

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  2. a veces pienso que el futuro será arte con un río, un bautizo universal, es lo único que podrá salvarnos.

    Te sigo, te leo, te busco, vienes, pasas, regresas.

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