Un día, la ciudad estaba vacía.
Y, mientras yo caminaba, la soledad dejó de existir.
Y me volvió la (¿cómo se le llamaba al recuerdo caducado, al hambre en el tiempo de los banquetes, a la rabia blanda?... ah, sí) nostalgia
por el tiempo, ya muerto, en que aún creía
que existiría alguien esperándome en algún lugar
bajo la lluvia
quizás.
Me ha gustado mucho.
ResponderEliminarSiempre hay una posibilidad de, aunque sea brevemente, saborear de nuevo lo que significo eso que hoy no es mas que recuerdo.
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