Viajeros con cama

miércoles, 2 de marzo de 2011

El novelista


El hombre que me confundió con la protagonista de su novela se topó conmigo en el metro. Me miró un rato, me abordó después. No parecía especialmente loco. Decía no tener duda y estar perplejo, pero lo último parecía una gran exageración. No había rastro de sorpresa entre la cúspide de la coronilla y la línea que marcaba su camisa a rayas azules.
Yo me bajé en mi parada, pero ya le volví a ver muchas otras veces. Sabía mi vida, mis fracasos, mis amantes, como se sabe un salmo. Me hablaba de la posibilidad de la magia (a mí la magia no me interesaba un pijo). Me miraba como se mira a un amanecer (eso ya me interesaba un poquito más). Me pronosticaba el futuro, y me adjudicaba unas heroicidades que acabé creyéndome, porque uno, ya sabemos, viene de serie con una necesidad no reconocida de distanciarse a ratos de su continua condición humana. No me pidió las cosas tontas que se piden a las celebridades. Parecía simplemente que mirarme era toda su aspiración, y, tras advertirme que si él lo deseaba yo acabaría enamorándome de él, porque así eran las novelas, desapareció y apareció aún muchas otras veces.  
Y, seguramente sin saberlo, imprimió una magia extraña en mi día a día. Ya sin su presencia, hizo que mi ciudad dejara de ser un escenario y se convirtiera en un cuadro inmenso, con sus detalles y repugnancias y bellezas, antes del todo ocultos. Hizo que los rasgos en las caras fueran más nítidos, que los pensamientos fueran poéticos, que saliera de las alcantarillas una música que nadie más que yo oía. Hizo, en fin, que cuando caminaba lo hiciera por unas calles infinitas de melodrama, de las que misteriosamente habían desaparecido los carteles, los nombres de las ciudades. Un día ya dejé para siempre de encontrarlo, pero todas las alteraciones persistieron para siempre. Tuve que acabar escribiendo una novela sobre él (pero nunca supe muy bien quién estaba a qué lado del espejo, para ser sinceros).

3 comentarios:

  1. Gracias por la visita y el comentario. Manana me paso por aqui con calma.
    Un saludo.

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  2. También el cuento es tremendo. Extraño, misterioso, intrigante. Otro saludo. Ju

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