Viajeros con cama

miércoles, 22 de diciembre de 2010

Mutaciones


En las horas insomnes de hambre, los hombres han intentado encontrar a otras mujeres en mí, muchas veces.
Han buscado en mí los muslos de alguien distinto. Quizá más joven, o más querida.
Han buscado en el mío el vello que extrañaban de sus prehistorias. Los pezones de aquélla que les regaló su primera quemazón. Las uñas de la vende-postales de sus madrugadas ácidas adolescentes.
Un labio que era más grueso; un roce que era más lento. Algún enigma que yo no soy (pero al que me acerco).
A la mujer que perdieron; a la que no tocaron. Y a otras, a muchas otras, quién sabe.
Simplemente,
alguien que no estaba cuando yo sí que estaba.

Así pues, soy un templo.
Así pues, ¿debería sufrir
por cada teatro amatorio, cada verso falseado?
¿Debería rebelarme a las esclavitudes, los tactos variantes, la caricia sin bautismo,
los jugos que ellos me exprimían para ponerles un mote terrible, que no era mío?

Cómo saberlo.
No entiendo de nostalgias, ni entiendo de líricas.
Soy sólo un templo.
Soy tan grande
que nunca protagonizaré un poema.

(Sospecho).

2 comentarios:

  1. buen poema...
    y seguro que alguno protagonizaras.

    Un abrazo.

    Gio.

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  2. gracias!
    (explicación innecesaria): pretendí que el sujeto no fuera el común, de ahí lo de no protagonizar el poema.

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