Viajeros con cama

sábado, 4 de diciembre de 2010

Adolescencia


Yo fui joven, como todos, y como todos quise ser diferente. Pero quizás se me fue la mano. Esa tendencia me nació de pronto un día, cuando de entre todos los comensales infantiles fui la única en preferir la mostaza al kétchup. Ahí descubrí el gusto por la anormalidad; decidí entonces, fraguándose entre néctares estomacales y primeros vistazos del mundo, cuál debía ser mi camino propio.
Así que renuncié a las modas, escupí en las popularidades, esquivé los gremios. Cuando todos vistieron de negro, yo fui de azul. Si era el tiempo de cantar a la felicidad, yo me deleitaba con la lluvia. Fui impasible en la batalla y rabiosa en la posguerra. Cuando aún estaban todos aletargados por los dictámenes paternos yo desobedecía todo lo obedecible, pero cuando comenzaron a rebelarse al sistema yo, por contradecir, abracé el puritanismo.
Así hice siempre, fueran cuales fueran los vientos. Recuerdo que primero sonó música actual y yo me pasé a la desfasada, y cuando se desfasó la actual y se enmodó la ochentena yo volví a arrascar los límites del ahora, o bien el extremo de la prehistoria. Si los chavales se arrastraba, yo bailaba. Si le daban al speed, yo me enganchaba a los narcóticos. Cuando me descalificaban como carca o poppy, exótica o superficial, yo lo era mucho más, hasta el límite, aunque doliera.
Y fui más allá, mucho más. Nunca comulgué con los objetivos y las felicidades de mi generación. Rechazaba las tecnologías y las libertades si eran lo que todos aceptaban. Así, en una espiral irreverente, abracé fascismos y guerrillas, feminismos e idearios tribales. Si las niñas debían ser recatadas, yo era lo opuesto. Cuando se deslenguaron, yo me recaté. Fui precoz hasta el mismo momento en que todos descubrieron la sexualidad y la sobreutilizaron. Vestí como un minero. Viajé sola. Cuando todo era ya demasiado me resistí a perseguir el placer y volví mi cama una circunferencia y llené mis sillas de púas; me convertí en un autodestructor ambulante que predicaba la demencia (pero ahí algunos comenzaron a imitarme y a formar colectividad, y yo abandoné la práctica por sentirme parte de un grupo de idénticos).
Así fui siempre, cuando era joven. En un momento dado me fue imposible seguir siendo diferente, por más que luchara, por más que me apartara de todo: todo estaba utilizado, no quedaba tierra virgen. Así que, un poco más cansada, un poco menos joven, decidí ser como yo era: ni más ni menos, con coincidencias o sin ellas. Y así me va.

4 comentarios:

  1. Lo más original que uno puede hacer, es romper las reglas y las etiquetas, voltear la moneda y tener victorias dignas y derrotas.


    Te sigo
    un saludo

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  2. siendo uno mismo es como se será siempre diferente. sin duda.
    (las fotos no son mías, pero el título sí!)
    saludos.

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  3. ajá. amén a los dos. bueno yo he dejado el final un poco abierto.. no se sabe muy bien cómo le va siendo ella misma.. ahí a la imaginación de cada cual jeje.

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  4. Desesperadamente aman de mí
    a alguien que no existe,
    incluso yo.

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