Viajeros con cama

sábado, 13 de noviembre de 2010

Los ritos estéticos


Peluquería de barrio.
El espacio de los experimentos socioculturales está aquí: este local íntimo-abarrotado recargado de olor a tintura y carteles de musas acechantes. Te hacen esperar. Te aguantas con amabilidad. Se te cuela alguien, mientras ojeas los fascinantes datos de la hiperpoblación mundial.
Las estanterías, los suelos velludos, las revistas de marujeos. Captas estímulos de toda publicación al alcance que pueda excitar tu creatividad en lo que respecta a modificar un peinado. Las señoras charlan. Los niños ya han sido mutados, y esperan. La temática de las conversaciones apenas roza la epidermis y se expande como un jolgorio entre chasquidos de magazines y de filos castañeantes.
Tu turno. La silla. El interrogatorio. La técnica de tortura por goteo. Los espejos te acercan –pero es una cercanía siempre solitaria, por siempre esquiva- a los demás clientes, con sus caras de clientes, con sus ilusiones, con sus ridículos mantelitos. Te cuelgan un mantelito ridículo. Las miradas son cercanas e incómodas, como violaciones. El espejo es gigante; te miras, antifotogenia absoluta, nariz roja y pelo mojado y mantelito ridículo hasta las rodillas.
Se desprenden mechones de tu cuerpo; te han educado para no horrorizarte.
No puedes hablar maniatado. No podías gritar ni aunque las herramientas punzantes cambiaran espontáneamente de cometido. Completa cobaya humana en las garras del torturador de la tijera; cierras los ojos, entregándote a la sumisión más denigrante que un humano puede mantener ante otro: eres objeto, eres maniquí, y te parece maravilloso. (Las feministas protestarán o no en función de tu entrepierna).
Te miras el cogote gracias a ingeniosos trucos egipcios de espejos; lloras o sufres un ataque de risa, dependiendo; pagas; te largas. Te has desprendido de una parte vieja de ti tan superficial que apenas vale la pena escribir una poesía al respecto. En la calle sufres delirios en los que todos te miran, pero realmente no te mira nadie –y descubres que el delirio puede ser más dulce que la realidad, con sorpresa-.

5 comentarios:

  1. No sé si eres tú la de la foto de arriba en el título de tu blog.. Es genial.
    Un beso

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  2. sí, la menda.. o la única persona que NO huye cuando cojo una cámara. un saludo!

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  3. Pues yo a las peluquería les veo un puntito erótico, no me digas por qué.

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  4. jeje.. me dais ideas que añadir, pero creo que ya sería plagiároslas..

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