Viajeros con cama

martes, 12 de octubre de 2010

Orígenes 2: El origen de la risa



La risa se inventó el día en que una situación se retorció, se puso patas arriba, se vio cara con culo; ahí nació la primera carcajada (que fue corta y violenta y se confundió en un principio con la histeria).
Por desgracia, esa primera aparición tuvo lugar en una zona fuertemente dominada por la religión, de modo que la risa no se estableció de inmediato. Los grandes hombres religiosos temieron aquel nuevo elemento, como temían todo elemento nuevo. Ante la idea de que podía arrancarles la fidelidad de los ilusos, decidieron eliminar la risa; y, como nadie sabía por entonces cuál era la causa, mataron al portador (una mujer ruda y miedosa que despachaba sardinas).
Gracias a la velocidad con que atajaron el problema estuvieron los místicos a punto de conseguir la total erradicación. Pero, en su torpeza, un discurso demasiado inmediato sobre el poder exclusivo de Dios para dar o quitar la vida hizo que surgiera de nuevo la risa en tres o cuatro personas del público. Hubo nuevamente que eliminarlas. A pesar de su rápida reacción, sucedió el desastre: la risa ya se extendió entre decenas de víctimas, y los místicos temblaron y decidieron que era necesaria una masacre contra la nueva plaga (y que Dios benevolente lo aceptaría, gritaron, y contagiaron a al menos cinco personas más).
Así los devotos persiguieron a la risa espada en diestra y antorcha en siniestra. Desafortunadamente, y a pesar de sus intenciones grandiosas, eran muy dados a ruborizarse ante la excitación, así como a los breves e intensos discursos antes de hincar el machete, y ambas cosas propiciaban inevitablemente las carcajadas. Uno de ellos, mientras prendía fuego a un orfanato de infestados, se quemó el dedo gordo del pie, y acto seguido la peste se extendió con violencia y con alaridos de júbilo. Cuando los contagiados huían, los devotos iban tras ellos a la carrera, y a aquellos que vestían toga larga se les levantaba ésta en vuelo y la visión desnuda de las pantorrillas repartía nuevas risas entre los moribundos.
Así fue como, a pesar de las prevenciones, la risa infestó aquel mundo de cadáveres durante varios siglos. Posteriormente fue prohibida durante la Edad Media, pero muy bien acogida entre los sabios de la Grecia Antigua, que acabaron de aceptarla y considerarla saludable. Hoy en día es utilizada para atormentar a víctimas de humillaciones y como apoyo para espectáculos poco dados a la gracia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario