Viajeros con cama

viernes, 25 de enero de 2013

El visitante

Habiendo oído hablar del primer mundo (un lugar evolucionado en cuanto a avances sociales y educación, donde la integración a los extranjeros se había vuelto inmejorable según expertos), un indígena decidió hacer las maletas y visitar la gran ciudad.
 Cuando llegó se sorprendió por el desarrollo tecnológico y, también, porque la gente le sonreía por la calle, los jóvenes le cedían el asiento y los carteles publicitarios le trataban con gran cortesía.
Pensó: es cierto lo que dicen. Aquí un extranjero puede integrarse mejor que en mi tierra, donde los habitantes son menos amables.
Pero aquel era un sitio más frío que su tierra y, cuando llegó la noche, preguntó si había una casa donde pudiera dormir. Le dijeron que eso costaba dinero.
Él no tenía dinero porque no sabía qué era, y preguntó si, de entre las casas ya ocupadas, había alguna habitación libre. Le dijeron que eso también costaba dinero.
Pensó, entonces, en recoger algunos materiales para fabricarse un refugio, pero le informaron de que era ilegal: esos materiales ya tenían dueño.
Se le ocurrió por fin establecerse en un sitio para dormir, pero le advirtieron de que existían leyes que prohibían afear el paisaje y que debía circular.
Finalmente el indígena, sin comprender nada, cogió las maletas y regresó a casa.

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