Viajeros con cama

viernes, 4 de enero de 2013

Carne




     Tu cuerpo, cuando me lo regalas,
es una ciudad
electrizada.


Entro en ella por tus yagas.
Alcanzo las riendas de tus campanarios.
     Y ríes.


     Yo pienso:
por más que te escondas el corazón,
voy a acabar mordiéndolo
 (o a desdentarme
en el intento). 

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