Viajeros con cama

lunes, 18 de abril de 2011

Los etiquetados

Dentro del campo nos diferenciaban mediante marcas, en forma de triángulos tatuados en la ropa. Visibles siempre. Cada color mantenía el orden en aquel vertedero donde fueron a almacenarnos a los seres más bajos existentes.  
A los presos comunes, un triángulo marrón.
A los presos políticos, un triángulo negro.
A los gitanos y los recorrevías, un triángulo azul.
A los vencidos del amor o de la guerra, un triángulo amarillo.
A los homosexuales, un triángulo verde.
A los mendigos y los vagos y los ensuciadores de paisajes, un triángulo azul oscuro.
A los presos por religión, un triángulo violeta.
A los lectores de cerebros y captadores de fantasmas, un triángulo blanco.
A los asociales, a los malos músicos, a las mujeres que no amamantan, a los políticos que producen sueño, a los anarquistas y a aquellos con extranjerismos en la indumentaria, un triángulo gris, más o menos oscuro dependiendo del nivel de antipatía al sistema.
Con ellos en la ropa sucedía algo curioso. Nunca pudimos tener secretos. Nuestro lado horrible estaba expuesto por siempre.
Con ellos no éramos hombres. Éramos el fondo de la bolsa, la pieza que no encaja. Marcado, y por siempre visible.
Un día acabó la guerra y fuimos liberados. Los vertederos se llenaron de armas e indumentaria militar. Los líderes de la buena fe nos arrancaron de la ropa los triángulos clasificadores y los tiraron lejos y proclamaron que era un día para la convivencia. Pero nosotros nos sentimos desnudos y fuimos a buscar esa tela demonizada. Os extrañará. Pero lo hicimos. Recorrimos los basureros y los barrizales, las alcantarillas y las piras de ropa desechada, en vano siempre. Siempre nos sentimos desnudos.
La tela desapareció, pero, bueno, conservamos las marcas de otro modo. En las memorias de los viejos cuentistas, por ejemplo. Algunos aseguran haber visto paisajes de triángulos de mil colores que recorren sin rumbo las cloacas. Los hombres que siempre fueron libres confunden esos relatos, habitualmente, con sueños etílicos.  

4 comentarios:

  1. nunca fuimos hombres, seguimos siendo animales

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  2. Es que hay cosas de las que ya es imposible desprenderse.
    (De todas formas, aún fuera del campo y durante la paz, estamos todos bastantes etiquetados de una manera u otra: a los que mandan les interesa que siga siendo así.)

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  3. sí claro! esa es la idea.

    por si os interesa, todo salió tras leer este artículo http://es.wikipedia.org/wiki/Sistema_de_marcado_en_los_campos_de_concentraci%C3%B3n_nazis

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